Durante muchos años llegaron a mis manos publicaciones más o menos elaboradas sobre lo que una franquicia era o sobre lo que ese modelo de negocios podría hacer por personas muy faltas de experiencia en materia de emprendimientos.
Fue, sin embargo, hasta hace relativamente poco que conseguí aquilatar el enorme potencial de una franquicia para la consecución de objetivos empresariales y para la adquisición de habilidades indispensables para la construcción de proyectos de mayor envergadura.
Ahora me queda claro que las franquicias son negocios creados por alguien que tuvo una idea original y que después tuvo la iniciativa de transferir esa idea, o ese concepto, a otro emprendedor dispuesto a pagar por ellos. En tanto negocio constituido, una franquicia es por encima de todo un sistema diseñado para operar con eficacia, lo que ha permitido a un sinnúmero de personas acceder a nuevas maneras de montar un negocio, sin los enormes riesgos que supone iniciar desde cero.
Por supuesto, las franquicias, como cualquier otro modelo, tienen su lado vulnerable: en primer término porque la mayor parte de ellas sigue tienen costos prohibitivos para la inmensa mayoría. En México, el costo promedio de una franquicia es de alrededor de 1 millón y medio de pesos y a la inversión que hay que desembolsar deben sumarse los costos generados desde la apertura de la unidad económica hasta el retorno de la inversión, estimada en aproximadamente 24 y 30 meses.
Para ser poseedor de una franquicia hay que reunir, asimismo, una serie de requisitos: ser, en primer término, solvente; tener, en segundo lugar, la disposición y la pasión para emprender en el giro al que corresponde la unidad de negocio en la cual se invierte. Por último (y no menos importante), debe tenerse también cierta disposición a ejecutar un modelo de negocio que no admite muchas libertades para quien paga por adquirirlo (franquiciatario).
Bajo el modelo de las franquicias convencionales, el franquiciante suele ser quien determina las condiciones operativas y mercadológicas de la unidad de negocio adquirida, de manera que el franquiciatario pasa a ser una suerte de operador de la marca, sin que le sea posible modificar un ápice del negocio adquirido.
A diferencia de lo ocurrido con muchas de las que hemos denominado “franquicias convencionales”, en Network Marketing (uno de los dos modelos de negocios adoptados en Entrenadores en Estilo de Vida) existe la posibilidad de adueñarse de un sistema fácilmente implementable desde el hogar.
Sin necesidad alguna de rentar locales comerciales, contratar empleados o desembolsar cantidades importantes de dinero, el Network Marketing permite a quien lo instrumenta con el mismo tesón y convencimiento de quien construye los cimientos de un negocio tradicional (un restaurante, una firma de asesoría especializada o una planta de procesamiento industrial, por ejemplo) tener opciones reales de desarrollo empresarial y sólidas perspectivas de independencia financiera.
¿Eres alguien con pasiones y sueños a la espera de ser materializados? No dejes de considerar la posibilidad de adentrarte al universo fascinante de las franquicias en red, en sí mismos “negocios inteligentes”, por la enorme libertad que potencialmente pueden proporcionar a quienes los desarrollan entusiasta y consistentemente.
Si deseas conocer más acerca de un modelo de negocios que ha venido expandiéndose a ritmos acelerados en todo el mundo y que, además, contribuye a “mover” miles de millones de dólares en productos y servicios, no dejes de contactarnos o de solicitar información a través de nuestro sitio web.
